sábado, 28 de enero de 2017

El celular de otro



Estoy en la terminal de una ciudad desconocida con el pasaje de regreso en una mano y la valija en la otra. El micro lleva una demora de cuarenta minutos. Una mujer, con los atuendos típicos del Altiplano, bate en mi oreja el parche de un pequeño tambor -o caja- mientras habla con su amiga. Es como un corazón que expone sus latidos. «Pum», «pum, pum». No para. Nervioso miro la hora, chequeo mensajes, rastreo la señal débil, mientras la batería se va a pique. Guardo el celular en mi bolsillo. «Pum», «pum, pum». De pronto saco el teléfono y mis ojos no lo pueden creer, ya que todos los datos están en un idioma tan extranjero como extraño. Acentos por todos lados: circunflejos, invertidos, hasta subidos al techo de las consonantes. Alguna lengua eslava o romance perdida en el este de Europa. Me siento un agente encubierto de la Guerra Fría que ha olvidado su misión. «Pum», «pum, pum»; esta vez los golpes son en mi pecho. Pero, en verdad, soy más como Vicente Holgado, ese personaje madrileño de Juan José Millás que un buen día se despierta y sus pensamientos son de un tipo irreconocible, promiscuo y en francés. «La memoria de otro», se llama el cuento. Intento enviar un texto y el teclado se resiste a escribir como Cervantes manda. «Me cambiaron el celular», pienso, y con la ayuda de los íconos trato de entrar en la configuración; sin embargo, no hay manera de cambiar el idioma. Las opciones son inteligibles para mi cabeza y cada vez que aprieto algo un desastre se precipita en la pantallita. Hasta que «pum», la batería se muere y todo queda negro. Levanto la vista y los vivos colores de la mujer del tambor me estallan en la cara como una epifanía material e insoportable: se puede cambiar de espacio, de tiempo, hasta de celular; pero la lengua madre siempre se refugia en el miedo. Toda madre es un breve terror intraducible que siempre nos va a acompañar en cada latido, en cada silencio.



HERNÁN SCHILLAGI

viernes, 27 de enero de 2017

Aquí la poesía

 



Dos jornadas completas de música y de poesía. También de músicos y de poetas, que no es lo mismo. Porque el verdadero encuentro fue ese, la voz en distintos formatos, intensidades y, sobre todo, tonalidades: catamarqueños, jujeños, santafesinos, salteños, tucumanos, cordobeses y mendocinos, por supuesto. Subir a un escenario llamado Armando Tejada Gómez, leer ante 150 personas, oír los silencios y los aplausos ante mi lectura de pie, el abrazo al bajar, además de las generosas palabras de aliento del público y los colegas. Texturas visuales que las fotos no pueden atrapar. «Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá», se preguntaba un plateado Charly García. Quizás porque la distancia la imponen los que callan y miran para otro lado. Quizás porque abrazar música y poesía en Cosquín, sea el modo de darle un inmejorable nombre a una celebración, es decir, «Encuentro Nacional de Poetas con la Gente». Gracias a Jorge Felippa y a Patricia Coppola por la invitación y la oportunidad.
 
 
HERNÁN SCHILLAGI, San Martín, Mendoza, 27/01/2017




sábado, 14 de enero de 2017

Un poema internacional


 
música extranjera

 

durante más de viente años escuchaste esa canción
en todos sus formatos desde la cinta temblorosa
hasta la fría compresión de la pantalla las palabras
así se volvieron un instrumento frágil
que se entrelazaba con los acordes
de guitarras y sintetizadores las palabras
así llegaban de un idioma lejano
para sin diccionario traducirse
en las vueltas oscuras del pabellón auditivo
 
escuchaste durante más de veinte años esa canción
y nunca entendiste ni dos frases seguidas
sin embargo un cúmulo de residuos extraños
se depositó en tu cuerpo para contaminarlo
de impurezas gramaticales y las palabras
así se agolparon en tu boca para decir
sin más el revés de lo conocido
 
por eso hoy escuchás de otro modo esa canción
porque el video corre con las letras blancas
contundentes castellanas y la confusión de tu boca
desaparece como desaparecen los éxitos veraniegos
de los primeros puestos de la radio


HERNÁN SCHILLAGI, inédito