Noche de guitarras de un amateurismo
temerario. Brindis entre lo dulce y lo salado. Así, mal cantamos la
insoslayable «Aprendizaje» de Sui Generis y no hace falta un fogón para elevar
las gargantas y decirle a la fría cara de la adolescencia: «Siempre el miedo
fue tonto…». Luego, alguien rasquetea los acordes de «El fantasma de
Canterville» hasta promediar en un momento épico: «Pero siempre fui un tonto /
que creyó en la legalidad…». Tomo la
posta e intento «Tribulaciones, lamentos y ocasos de un tonto rey imaginario, o
no», sin embargo la letra no sale y la memoria se me entrevera con las notas
mayores y menores. Fin de la anécdota.
Cualquiera que haya seguido el
primer párrafo con atención y releído alguna de sus oraciones, no habrá tardado
mucho en darse cuenta de que hay un objeto textual más que relevante
repitiéndose falaz en cada una de las citas: Charly García insiste en colocar
la palabra «tonto» en sus canciones. ¿Cuál será el motivo? Eso me preguntaba en
la ruta, mientras regresaba de la fiesta. Casualidad, pensé para tranquilizarme
en medio de la oscuridad. Sin embargo, al otro día, traté de hacer memoria y me
descubrí entonando la canción «Yo no quiero volverme tan loco» justo en la
parte donde dice: «Veo tantas chicas castradas / y tantos tontos que al fin…».
Un momento: las señales son abrumadoras. Entonces, hice lo que todo intelectual
del siglo haría en mi lugar: prendí la compu y escribí en la barrita del
buscador «Charly García + tonto». La sorpresa fue reveladora.
Aquí debo hacer un alto para aclarar
que el vocablo en cuestión no abunda en la poesía rockera ni en la
cancionística popular (admiradores de Comanche, abstenerse). Es más, el
cantante del bigote inestable es uno de los pocos que ha logrado el equilibrio
entre una canción maravillosa en lo musical y una letra evocativa, contundente.
«Tonto» y sus derivados en género y número son considerados antipoéticos, o de
un coloquialismo ramplón. A Spinetta, por caso, le bastó en 1971 con una sola
canción llamada «Era de tontos» (compuesta con Pappo) donde, por cierto, en
ningún momento menciona la palabra, además del título. Después escribiría «Nena
boba» y «A Starosta, el idiota», pero ese es otro cantar. El rastreo en Fito
Páez arroja un par de resultados: en «Circo beat» (perdido en el recitado
inicial antes de las estrofas) y en «Tu sonrisa inolvidable», como para demostrar
que dos veces es casualidad y ya tres, sospechoso. Si hasta Calamaro, en su más
que prolífico repertorio, presenta un solitario caso que confirma una regla no
escrita. «Hacer el tonto» es el nombre del tema donde únicamente al final
reflexiona: «tengo que pensarlo seriamente, / no es cuestión de hacer el tonto
con la gente…». También León Gieco entraría en el podio con tres ocasiones, si no
fuera que una de ellas es justamente una canción de Charly, la ya mencionada «El
fantasma…». El poeta y ensayista Diego Colomba cuando analiza las letras de
García habla de «oportunismo léxico» y de cierta «torsión semántica» en el modo
de escribir: «desde sus discos iniciales están presentes sus rasgos de estilo:
la intercalación de fragmentos figurativos con juegos de palabras, clichés o registros
coloquiales; el uso de versos efectistas que buscan generar sorpresa en el auditor
a través del absurdo y de recurrentes antítesis y enumeraciones…».
Releo lo anterior y no puedo dejar
de decirme como en esa de Serú Girán: «Soy un tonto en seguirte / como un perro
andaluz». Porque sí, resulta casi surrealista esta búsqueda antojadiza e inconsciente.
¿O acaso Charly no se hizo el loco (o el tonto, que es lo mismo) para que le
dieran de baja en el Servicio Militar Obligatorio? Como también -a fuerza de
metáforas bien elaboradas- con esa inteligencia bicolor logró zafar de la censura
en los años de plomo. El mismo Fito describió a García de este modo: «Es una
ráfaga de lucidez imparable; es un ícono auténtico y un artista lúcido en un
país muy hipócrita. Charly percibe la tragedia de este mundo como nadie...». Cualquier
jovencito incauto, hoy por hoy, podría verlo como un famoso extravagante que vive de sus viejas glorias y con una voz
más cercana al Pitufo Tontín -justamente- que a ese caudal poderoso y
desgarrador con el que le decía a los dinosaurios de los militares en la cara que
iban a desaparecer y aquello de «No bombardeen Buenos Aires».
La persistencia, por lo tanto, en
reiterar una palabra tan insípida en su enorme obra funciona a modo de señal en
el camino, migas de pan tan atolondradas como venenosas para que los pájaros
muertos sean los que nos indiquen el regreso. ¿De qué nos quiere prevenir,
entonces, Charly García? «Vos deseabas salir / de tu eterno jardín, / yo de mi
tonto fulgor…», sugiere inquietante en «Llorando en el espejo». Para más adelante, titular un disco completo
como «Kill Gil», que en una traducción rápida y nada inocente diríamos: «Maten
al tonto».
En una entrevista, el cantante se defiende
(y se define) ante la tontera generalizada: «Alguna gente me dice que soy
inmaduro y hasta infantil, pero uno de mis grandes logros en la vida es no
haber alterado las cosas básicas; me sigue gustando lo mismo: la inocencia en
todas sus manifestaciones, musicales, amorosas, inteligentes...». Finalmente,
la inteligencia de Charly García ha consistido siempre en estar alerta -en
medio del fárrago de sus vaivenes personales-
para avisarnos de aquello que nos aplasta, nos quiere dominar y hacernos ver que no somos tan estúpidos ni tampoco
tan vivos como pensamos. «Hey, pará, cuidá ese corazón. / Tonto fui / y me
creía el mejor…» dice en una versión autocrítica de un tema de Stevie Wonder. Charly no va a parar, ya que él
nunca tuvo dudas.
Hernán
Schillagi
Menciones (por orden de aparición)
-«Aprendizaje», en Vida (1972), de Sui Generis
-«El fantasma de Canterville», en Adiós Sui Generis III (1975), de Sui Generis
-«Tribulaciones, lamentos y ocasos de un tonto rey imaginario, o no», en Confesiones de invierno (1973), Sui Generis
-«Yo no quiero volverme tan loco», en Yendo de la cama al living (1982), de Charly García
-Colomba, Diego. «Letras de rock argentino. Géneros, estilos y transposiciones (1965-2008)». Editorial Académica Española, 2011.
-«Perro andaluz», en La grasa de las capitales (1979), de Serú Girán
-Di Tomasso, Agustín. «Ese que ve lo que otros no». En: rebvelados.blogspot.com.ar/2009/07/ensayo-un-recorrido-por-las-canciones.html
-«Llorando en el espejo», en Peperina (1982) de Serú Girán
-Seitz, Maximiliano. «Charly García: rebelde busca la inocencia». En BBC Mundo. com: news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_6362000/6362687.stm
-«Wonder», en Rock and rol yo (2003), de Charly García