sábado, 25 de agosto de 2012

Un poema para El Eternauta




 como la canción del mano


 sin embargo el miedo admite su derrota
y no has terminado de arriar la última de tus banderas
para que un viento oscuro llegue te cierre los ojos
y una fina ceniza comience a caer de tu rostro

si tan solo con un soplido sobre tu frente
pudiera borrar todo rastro de terror en tus recuerdos
para que volvieran a levantarse las montañas heladas
de tu blanco hogar hace tiempo abandonado
tal vez así alcanzarías el valor de tu numerosa mano
y el reflejo de dos soles comenzaría a jugar en tus cabellos
como dos niños desnudos en el agua

sin embargo no el miedo expulsa su veneno
y es un barro íntimo que sofoca toda rebelión
una lengua amarga que libera tus secretos
un artificio que te muerde las venas por dentro
hasta que de tu garganta nace un himno de muerte

como si tanta belleza fuera un antídoto
para todos los que nos quedaremos sin tu voz



                                                           para Héctor G. Oesterheld  


HERNÁN SCHILLAGI


del libro Ciencia ficción (inédito)

*Algo inconcebible en estos tiempos, quieren prohibir el ingreso de El Eternauta en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires. Leé aquí.

lunes, 20 de agosto de 2012

Está lenta la computadora


    

            Apretás un botón, se enciende una luz verde y la pantalla abre su ojo de cíclope que lo observa todo. Tenés acceso a Internet las 24 horas, los archivos de todos estos años de trabajo, una novela por terminar y tarea, mucha tarea atrasada. Sin embargo, una barrita que va de izquierda a derecha, como un gusano recurrente, te detiene el ímpetu.

            Después se pone todo negro. Tus dedos comienzan a tamborilear. Luego aparece el escritorio de la compu más cargado que una mesa de cidís truchos: archivos, programas, fotos, videos, carpetas. Pareciera que un manco medio dormido está repartiendo las cartas en la oscuridad. Ponés la pava para el mate. Volvés y el antivirus te avisa que hay que renovarlo y que lo podés hacer más tarde, o reiniciar el equipo. ¡Con lo que te costó llegar hasta allí!

            Entonces, agarrás el mouse con bronca y querés cancelar, eliminar, negar todo lo que te propongan. Hacés el gesto con la mano de bronca y desprecio, pero el puntero está estacado en un rincón. El ventilador de la torre empieza a bufar y un infame relojito de arena se pega al puntero y no te deja hacerle click a nada. Tu dedo índice se convierte en un minero furioso de tu nariz y de tu oreja. Te vas a lavar las manos, volvés y notás que la página del buscador en la web se ofrece dócil. Querés comentar un post, no lo publica. Entrás a Facebook, no se ven las fotos ni los mensajes privados. Te morís de ganas de ver un video en Youtube, se corta tres veces hasta que se detiene para siempre. Te dormís y soñás que enviaste un archivo adjunto en menos de 20 minutos. Cuando te despertás, una ruedita burlona sigue dando vueltas. Por mientras, ya leíste completo un libro de recetas de cocina que estaba sobre la impresora, lavaste, secaste y guardaste los platos, terminaste de tejer bufandas para toda tu familia y te bajaste cuatro termos de mate (con sus respectivas idas al baño).

            Finalmente, golpean la puerta. Es un amigo. Le contás que la computadora está hecha una tortuga, que se clava como una papa a cada rato, que la vas a prender fuego.

            -Tranquilo- te dice-. ¿Por qué no la llevás a arreglar?
            -Estás loco. ¡No tengo tiempo!

lunes, 6 de agosto de 2012

Un poema sin futuro




el orden natural


tarros de leche entre las ramas
hacen su nido colgante
y raspan de óxido el aire
en la media mañana

mi vecino sostiene con una mano
sus pantalones de gabardina y con la otra
castiga a cinturonazos toda la quietud del tronco
de un naranjo «hay que ofenderlo con golpes y basura
para que corra la savia» me dice y las palabras
se le mezclan con la sal del sudor

los alambres de púa rodean el cuello del rehén
sus flores blancas son los gritos
de una espinosa confesión arrancada
no hay corteza que soporte la escritura relampagueante
del miedo los tejidos de conducción permiten la fluidez
del agua los azúcares y los minerales
los quejidos sin dirección buscan el fruto
detenido que se resiste bajo la tierra

porque una vez que la naranja
sea presa del puño humano y ceda
al filo del cuchillo sus palabras serán amargas
y sin semillas un agridulce mensaje
de no continuidad que subvierte el orden natural
es cierto pero que no se delata



HERNÁN SCHILLAGI